Uno de los objetivos clásicos que se persigue tras la implantación del sistema de contabilidad de costes y de gestión es el cálculo del coste de producción de los productos o servicios comercializados por nuestra organización.
La determinación del coste total de producción del producto o servicio ofrecido por la empresa, además de ser un objetivo tradicional y clásico del sistema, es un aspecto de vital importancia en la estrategia de fijación de los precios de venta, y por ende, para la propia supervivencia de la empresa.
No olvidemos que, entre todos los métodos de fijación del precio de venta, el mayormente utilizado por las empresas es el de sumar un margen de beneficio al coste total de producción, siendo de vital importancia que este coste este correctamente calculado.
El escenario clásico de actuación empresarial es el siguiente:
- Se parte de una serie de costes controlados de manera aproximada; costes directos, principalmente, tales como materiales y horas de mano de obra directa.
- A la cifra anterior, en muy pocas ocasiones se le suele añadir, como parte integrante del coste de producción, la parte adecuada de costes indirectos que el producto o servicio en cuestión deba soportar.
- En las pocas ocasiones en que sí se adiciona esta parte de costes indirectos, se hace sin información precisa y de manera totalmente estimativa.
- La cifra resultante, obviamente, no cuenta con el respaldo objetivo de un sistema de cálculo que sea capaz de razonar, mostrar y evidenciar el proceso de cálculo y composición del coste de producción de ese producto.
- Por lo tanto, fijar el precio de venta a partir de dicha cifra es, poco menos que arriesgado para la supervivencia empresarial, y mucho más en épocas como las actuales, donde el precio es tan determinante en los procesos de decisión de compra.