Normalmente, el concepto de coste suele ir emparejado con empresas grandes y del sector industrial. Posiblemente, así fue en los comienzos, donde sólo las empresas industriales de gran dimensión aplicaban esta metodología. No obstante, hemos de desmitificar estas creencias, dado que:
- Toda empresa, por pequeña que sea, está obligada a realizar el ejercicio de conocer perfectamente cuánto le cuesta fabricar y vender sus productos o servicios, (o vender solamente, si es el caso).
- Por lo tanto, se impone la necesidad, con independencia del tamaño y dimensión de la empresa, de aportar las herramientas informativas necesarias, para conocer esta información de manera objetiva y poder tomar decisiones de gestión de una manera más acertada.
- Por otro lado, no es necesario que nuestra empresa sea del sector industrial para que estas nociones nos sean válidas. Es decir, para sacar pleno rendimiento a esta metodología, no es necesario “fabricar” o “producir” un producto. Es también aplicable en el caso en que sólo lo comercialicemos o distribuyamos, y también es perfectamente válida en el caso de prestación de servicios, sin que aparezcan productos físicos, al menos de manera aparente.
Consecuentemente, es necesario establecer un paralelismo entre: a) las definiciones y estructuras metodológicas, totalmente necesarias para entender los conceptos que hay detrás de cada método o de cada manera de proceder; y b) la aplicación práctica en dos organizaciones tomadas a modo de ejemplo, totalmente diferentes, a saber, una churrería y una asesoría fiscal, contable y laboral, ambos ejemplos representativos de la idea fundamental de la presente exposición.